miércoles, 17 de febrero de 2010

Romper con el Sistema

CARLOS ESPARZA | La propaganda desplegada a diario por los medios de control informativo descansa sobre dos principios, por un lado, como en cualquier tiempo de guerra, los partes de victoria se proclaman por doquier. Por otra, la realidad que pone en jaque al pensamiento único se esconde, se manipula o simplemente se censura. Los “prodigiosos avances” de la tecnología moderna y el estado del bienestar que proclama a los cuatro vientos el “Ministerio de la Verdad” han permitido crear en la masa la falsa idea de un futuro brillante y la llegada inminente de su reinado sobre el mundo. No nos encontramos sólo ante un problema que ataña a los españoles, ni tan siquiera a los europeos, es global.

Esta falsa esperanza abrazada por la masa y que debemos, “evidentemente”, a nuestra incomparable sistema liberal, no sólo anuncia una era de progreso y de placeres ilimitados como a todas horas nos recuerda la propaganda del sistema. Este horizonte abierto por las nuevas tecnologías de la “información” son efectivamente los medios para hacer nuestra vida “feliz”. No obstante, cuando el Pueblo, lógicamente seducido por estos sueños tan prometedores, repasa los beneficios reales que podrá sacar de todos estos increíbles progresos, el “Ministerio de la Verdad” se pone serio. Serio y censor. Es aquí donde los “amos del mundo” – nos cuentan – serán los encargados de sacarnos de la crisis que ellos mismos han creado.

Ahora, bajo los negros nubarrones de la crisis económica, las reivindicaciones más modestas se convierten en un lujo inaccesible. La sencilla exigencia de conservar un empleo relativamente estable y digno, de disponer de ingresos decentes, de una vejez protegida, todo esto, nos dicen, constituyen caprichos inaceptables porque son contrarios a las leyes de una economía que ha usurpado el altar que antes ocupaba Dios. Con la crueldad habitual de los tiranos de esta democracia inexistente, nos dicen sin rubor que hay que trabajar más tiempo (65 horas, nada menos) y por menos dinero. En definitiva, lo que la propaganda oficial nos quiere hacer creer es que la humanidad, gracias al sistema económico liberal, su tecnología y su “espíritu” de invención sin fin, nos hará felices. Sólo deberemos resignarnos a admitir dos cosas: que no debemos pensar y que nuestro destino ya no nos pertenece.

No es necesario, por tanto, tener un “talante” pesimista para concluir que un sistema social que nos hace creer en estos cuentos para legitimar sus métodos de funcionamiento reales, es en su mismo principio injusto, ilegítimo e ineficaz. Y precisamente la constatación de esa realidad nos llama, aquí y ahora, a ejercer una crítica radical, es decir, conforme a su etimología, una crítica que analice el mal desde su raíz, y combatirlo en consecuencia. El verdadero problema al que nos enfrentamos está en comprender esa raíz. Un sistema social que ataca directamente el alma de los hombres. ¿Cómo puede convertirse, tras unas pocas décadas, en algo que engloba ya a todo el planeta sin encontrar una oposición seria de todos aquellos a los que arrancan su existencia real y espiritual, aquellos a quienes mutilan su fuerza vital, sin engendrar una resistencia colectiva en la misma medida de los daños y los efectos reales que provoca? Esa es la pregunta que debemos contestar.

El problema es que los hombres se encuentran habitualmente delante de situaciones que no habían ni imaginado, pero se empeñan en seguir defendiendo las premisas de inicio con el mayor de los bríos. Aplicado a la filosofía de la Ilustración, es decir desde el punto de vista del comienzo de la Modernidad, este planteamiento conduce a la hipótesis siguiente: sólo existe una posibilidad de seguir desarrollando de manera total y coherente el ambiguo axioma de la Ilustración, y es mediante el individualismo liberal. La traducción política es que la Izquierda se nutre exactamente de la misma fuente filosófica que el liberalismo moderno. Es la existencia de esta raíz original, común al pensamiento de Izquierda y al Liberalismo, – ambos fundidos hoy en un mismo discurso o visión del mundo – lo que explica, por ejemplo, que toda la izquierda se haya encontrado en un partido socialista que ha cambiado la supuesta defensa del trabajador por la defensa de las minorías o la derecha en un Partido Popular que hace tiempo que abdicó de sus principios morales y abraza los de la izquierda.

Son las exigencias mismas de un combate coherente contra la utopía liberal y contra la sociedad clasista que necesariamente propaga, lo que hace hoy socialmente necesario una ruptura radical con los supuestos intelectuales del sistema a nivel global.

http://www.elnuevoalcazar.es/2009/09/29/romper-con-el-sistema/

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